CAPÍTULO 189 - ¿ROMPO O SOPORTO?
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CAPÍTULO 189 - ¿ROMPO O SOPORTO?
CAPÍTULO 189 - ¿ROMPO O SOPORTO?
-EL FINAL-
Este es el capítulo 189 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
¿Rompo o soporto? Buena pregunta. No hay una respuesta universal que sea útil para todos los casos.
Llegar a plantearse esta situación puede tener una respuesta muy evidente para algunas personas –y podrán romper teniendo la conciencia tranquila-, pero le va a crear conflictos morales a otras.
La sugerencia para llegar a la respuesta adecuada es…piensa en ti misma. Piensa en tu cuidado, en tu bienestar, en tu dignidad, en el respeto que te debes y te mereces, y en tu felicidad.
Tu responsabilidad eres tú misma y no el otro.
A cada persona se le ha dado una vida y un compromiso para que haga de ella algo digno, algo feliz, algo de lo que sentirse satisfecha… más que una responsabilidad es una obligación.
No siempre es ser egoísta eso que llaman ser egoísta, porque no siempre es egoísmo eso a lo que se llama egoísmo. En el egoísmo se miran exclusivamente los intereses propios sin cuidar los de los otros, pero cuando la relación no ha ido bien tal vez haya sido el otro el egoísta; entonces lo que hay que hacer es reconocer la situación a la que se ha llegado y darse libertad para emprender caminos separados. Pero esto no es fácil: uno de ellos puede que no quiera separarse porque sigue enamorado, o porque sigue apegado, o porque le resulta más cómodo que tener que volver a empezar.
Por otra parte, quien es dejado tiene la tarea de recuperarse y recuperar su Autoestima, pero le queda el “consuelo” –sí, algunas personas son así y se consuelan con eso- de que el responsable de la decisión es el otro y él, o ella, es solamente la víctima digna de lástima.
Quien toma la decisión, salvo que sea un caso rotundamente evidente, puede que siempre viva acompañado por la duda de si tendría que haber hecho algo más, haber puesto algo más de su parte, haber tenido más paciencia, haber dado una enésima oportunidad… y le queda la preocupación por el otro, aunque el otro no se haya preocupado y ese sea, precisamente, uno de los motivos de la ruptura.
No es momento de lástima. Es momento de tomar las riendas de la vida y empezar a diseñar el modo de acabar con la situación actual de la mejor manera posible, y hacer proyectos para el tiempo que está por venir.
La vida sigue y cada uno debe mirar por sus intereses. Así de claro. Sacrificarse, o renunciar a sí mismo, y seguir en una relación que es demostradamente contraproducente puede que nunca sea agradecido por la otra parte, puede que no sirva para nada positivo, y, esto sí es seguro, se va a volver contra quien actúe de ese modo.
El sacrificio y la renuncia van a provocar un conflicto muy serio en el interior de la persona. La caridad cristiana se va a sentir compensada con una sensación caritativa que le va a producir un relativo bienestar, aunque sea un bienestar masoquista. Así queda la conciencia apaciguada, lo que no quiere decir que se haya actuado del modo correcto. La dignidad personal requiere ser intacta y respetada. Y no pueden suceder las dos cosas al mismo tiempo. Si se contenta a una de las partes, la otra va a quedar insatisfecha.
Una voz autorizada, la voz del instinto que sabe lo que es mejor para cada uno, pedirá desde el interior que se acaten los principios primordiales propios del honor y la decencia, y que se salvaguarde y respete al Ser Humano que uno es.
“Soportar” es una decisión arriesgada que, para ser ejecutada con posibilidades de viabilidad, requiere de un compromiso inquebrantable por parte del otro de hacer las cosas del modo que sean buenas para la relación, y requiere que quede aún amor –y no vale si lo que queda es compasión o lástima-, porque si no es así lo que se hace es alargar innecesariamente la agonía de un final que ya está escrito. Y después puede quedar el pesar de haberlo alargado y haber perdido algunos más de los limitados años de los que disponemos, o sea, de la irrecuperable vida.
Cortar o romper es liberarse, descansar, y, sobre todo, quedar disponible para otra relación mejor, y si se está convencido de que lo que va a hacer es lo apropiado, puede que se pase una temporada de tristeza, algún leve apunte de nostalgia por lo que fue –no por aquello en lo que se convirtió-, pero hay que afrontarlo y no alargar una muerte anunciada, porque eso puede ser peor, y, además, mientras más se aplace la toma de la decisión más dolor se irá acumulando.
Una difícil situación a sopesar con cuidado si queda alguna duda, y más que nada por la propia tranquilidad y para que después no asalten las inquietudes por si no se miró con atención y cuidado.
Pero no hay que olvidar que es importante la salud mental y emocional. Y es importante uno mismo.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Hay que valorar si para uno es correcto permitir que la vida propia gire en torno al sacrificio.
- Mirar los intereses propios no es egoísmo: es justicia.
- En algunas ocasiones es mejor ser valiente y tomar la mejor decisión aunque sea la más dolorosa.
- Si lo único que une a los miembros es un papel que firmaron o un compromiso que moralmente no se quiere seguir cumpliendo, no son razones suficientes para mantener una relación insatisfactoria o dolorosa.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,89.0.html)
-EL FINAL-
Este es el capítulo 189 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
¿Rompo o soporto? Buena pregunta. No hay una respuesta universal que sea útil para todos los casos.
Llegar a plantearse esta situación puede tener una respuesta muy evidente para algunas personas –y podrán romper teniendo la conciencia tranquila-, pero le va a crear conflictos morales a otras.
La sugerencia para llegar a la respuesta adecuada es…piensa en ti misma. Piensa en tu cuidado, en tu bienestar, en tu dignidad, en el respeto que te debes y te mereces, y en tu felicidad.
Tu responsabilidad eres tú misma y no el otro.
A cada persona se le ha dado una vida y un compromiso para que haga de ella algo digno, algo feliz, algo de lo que sentirse satisfecha… más que una responsabilidad es una obligación.
No siempre es ser egoísta eso que llaman ser egoísta, porque no siempre es egoísmo eso a lo que se llama egoísmo. En el egoísmo se miran exclusivamente los intereses propios sin cuidar los de los otros, pero cuando la relación no ha ido bien tal vez haya sido el otro el egoísta; entonces lo que hay que hacer es reconocer la situación a la que se ha llegado y darse libertad para emprender caminos separados. Pero esto no es fácil: uno de ellos puede que no quiera separarse porque sigue enamorado, o porque sigue apegado, o porque le resulta más cómodo que tener que volver a empezar.
Por otra parte, quien es dejado tiene la tarea de recuperarse y recuperar su Autoestima, pero le queda el “consuelo” –sí, algunas personas son así y se consuelan con eso- de que el responsable de la decisión es el otro y él, o ella, es solamente la víctima digna de lástima.
Quien toma la decisión, salvo que sea un caso rotundamente evidente, puede que siempre viva acompañado por la duda de si tendría que haber hecho algo más, haber puesto algo más de su parte, haber tenido más paciencia, haber dado una enésima oportunidad… y le queda la preocupación por el otro, aunque el otro no se haya preocupado y ese sea, precisamente, uno de los motivos de la ruptura.
No es momento de lástima. Es momento de tomar las riendas de la vida y empezar a diseñar el modo de acabar con la situación actual de la mejor manera posible, y hacer proyectos para el tiempo que está por venir.
La vida sigue y cada uno debe mirar por sus intereses. Así de claro. Sacrificarse, o renunciar a sí mismo, y seguir en una relación que es demostradamente contraproducente puede que nunca sea agradecido por la otra parte, puede que no sirva para nada positivo, y, esto sí es seguro, se va a volver contra quien actúe de ese modo.
El sacrificio y la renuncia van a provocar un conflicto muy serio en el interior de la persona. La caridad cristiana se va a sentir compensada con una sensación caritativa que le va a producir un relativo bienestar, aunque sea un bienestar masoquista. Así queda la conciencia apaciguada, lo que no quiere decir que se haya actuado del modo correcto. La dignidad personal requiere ser intacta y respetada. Y no pueden suceder las dos cosas al mismo tiempo. Si se contenta a una de las partes, la otra va a quedar insatisfecha.
Una voz autorizada, la voz del instinto que sabe lo que es mejor para cada uno, pedirá desde el interior que se acaten los principios primordiales propios del honor y la decencia, y que se salvaguarde y respete al Ser Humano que uno es.
“Soportar” es una decisión arriesgada que, para ser ejecutada con posibilidades de viabilidad, requiere de un compromiso inquebrantable por parte del otro de hacer las cosas del modo que sean buenas para la relación, y requiere que quede aún amor –y no vale si lo que queda es compasión o lástima-, porque si no es así lo que se hace es alargar innecesariamente la agonía de un final que ya está escrito. Y después puede quedar el pesar de haberlo alargado y haber perdido algunos más de los limitados años de los que disponemos, o sea, de la irrecuperable vida.
Cortar o romper es liberarse, descansar, y, sobre todo, quedar disponible para otra relación mejor, y si se está convencido de que lo que va a hacer es lo apropiado, puede que se pase una temporada de tristeza, algún leve apunte de nostalgia por lo que fue –no por aquello en lo que se convirtió-, pero hay que afrontarlo y no alargar una muerte anunciada, porque eso puede ser peor, y, además, mientras más se aplace la toma de la decisión más dolor se irá acumulando.
Una difícil situación a sopesar con cuidado si queda alguna duda, y más que nada por la propia tranquilidad y para que después no asalten las inquietudes por si no se miró con atención y cuidado.
Pero no hay que olvidar que es importante la salud mental y emocional. Y es importante uno mismo.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Hay que valorar si para uno es correcto permitir que la vida propia gire en torno al sacrificio.
- Mirar los intereses propios no es egoísmo: es justicia.
- En algunas ocasiones es mejor ser valiente y tomar la mejor decisión aunque sea la más dolorosa.
- Si lo único que une a los miembros es un papel que firmaron o un compromiso que moralmente no se quiere seguir cumpliendo, no son razones suficientes para mantener una relación insatisfactoria o dolorosa.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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