CAPÍTULO 196 - ¿ESTÁS PREPARADA PARA UNA NUEVA RELACIÓN?
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CAPÍTULO 196 - ¿ESTÁS PREPARADA PARA UNA NUEVA RELACIÓN?
CAPÍTULO 196 - ¿ESTÁS PREPARADA PARA UNA NUEVA RELACIÓN?
-EL FINAL-
Este es el capítulo 196 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Quien haya terminado una relación que no ha sido satisfactoria por lo general acaba un poco desencantado y desconfiado del amor y de las relaciones. Se recomienda en estos casos que durante un tiempo es conveniente no lanzarse rápidamente a otra experiencia porque se corre el riesgo de repetir todo lo desacertado que se ha hecho en la anterior; es seguro que habrá cosas que no han sido agradables y correctas y conviene revisarlas para que se conviertan en exigencias en la próxima relación o para que sean absolutamente prohibidas desde el principio.
De todo lo desagradable que sucede en la vida se aprende algo, o bien una lección magistral que le abre los ojos a uno ya para siempre, o bien se aprende qué es lo que NO se quiere volver a repetir jamás.
Se requiere un tiempo de reflexión para deshacerse de las secuelas que haya dejado la anterior pareja y quedar descontaminado para la siguiente, para observar qué es lo que uno no hizo bien –no siempre el otro es el culpable de todo y quien todo lo hacía mal-, para revisar las nuevas aspiraciones ahora que se tiene un poco más de experiencia, para confirmar en qué se va a ser escrupulosamente irreductible en adelante, para ver qué es lo que SÍ y lo que NO se desea o se tolera. Para marcarse un nuevo Plan de Vida construido con más experiencia y con buenos y sensatos deseos.
Conviene diseccionar la relación anterior, tratar de recordar lo máximo posible pero con la máxima ecuanimidad y el mayor desapego posible. Conviene no permitir que un auto-rencor excesivo aporte su opinión tal vez exagerada y parcial, ni que un alma bonachona sugiera que es mejor no removerlo y olvidarlo, desdramatizarlo y perdonarlo sin analizarlo.
Se tapa, pero no se olvida. Se mantiene escondido, pero vivo.
Es una herida abierta que hay que sanar para que cierre bien.
Una mala experiencia sentimental siempre es una lección que resulta muy cara y que conviene no dejar pasar sin extraer el aprendizaje implícito, porque si no se hace así se repetirán los comportamientos inadecuados de la anterior y habrá que volver a pasar por otra experiencia igual, una y otra vez, hasta que se aprenda. Y no es una amenaza apocalíptica, sino algo que se ha podido comprobar reiteradamente.
Y aún cuando uno considere a primera vista que no es culpable en absoluto del fracaso de la anterior, tal vez pueda llegar a darse cuenta que parte de ese fracaso estuvo en las expectativas irreales, en no haber exigido más –al otro o a sí mismo-, en haber callado a veces o demasiadas veces, en no haber manifestado en el momento los sentimientos, en haberse rendido demasiado pronto o en haber soportado demasiado. Cada uno ha de verificar qué pasó exactamente y qué no pasó, qué hizo y qué no hizo, pero sin ánimo de auto-castigo, sin aflicción, sin culpabilizarse innecesariamente, sin llamarse tonto o torpe, sino desde el cariño a ese inexperto que uno siempre ha sido y cuidándose mucho.
No se está juzgando a la persona: se está revisando la relación entre dos personas y el fallo fue en ese conjunto. Tal vez él sea feliz con otra y ella pueda estar realmente feliz con otro.
Tampoco hay que caer en el absolutismo de presuponer que uno no está preparado para otra relación y negarse ya para siempre esa posibilidad. Se trata, simplemente, de conocer qué pasó para evitar que vuelva a suceder. Tan sencillo y tan útil como eso.
Interesa ir a la siguiente relación lo más inmaculado posible. Mejor sin prejuicios. Desde cero pero sabiendo lo que ya se sabe. La injusticia que se puede cometer de no hacerlo así es que uno llegue con miedo a la relación y aparente ser una persona miedosa que en realidad no es y el otro busque alguien que no tenga miedos, que uno sea excesivamente reservado y el otro busque alguien que sea tan extrovertido como uno es en realidad, o que uno no muestre lo cariñoso que es y al otro no le guste el personaje tan seco que uno está mostrando. Lo adecuado es seguir siendo uno mismo, por eso de que si uno miente en su forma de ser y manifestarse se está mintiendo a sí mismo, está mintiendo al otro, y está mintiendo a la relación. Es más cómodo y más sincero no representar el personaje ficticio que no es uno mismo.
Si uno se manifiesta como en los ejemplos anteriores y el otro quiere formalizar una relación con quien CREE haber conocido por cómo se muestra, el día que uno se muestre como realmente es, y ya no sea la persona asustadiza que al otro encandiló por su carácter, o sea más apasionada de lo que el otro desea, o más extrovertida de lo que el otro pueda soportar, la relación habrá quedado perjudicada por la mentira innecesaria de mostrarse del modo que uno no es.
Con precaución y atención, pero sin miedo. Esta puede ser la actitud correcta. Sin guardarse nada, sin callarse nada, sin fingir ni mentir. Que queden claras la sinceridad, la honestidad, y la firmeza. Que queden claros el amor y las ganas de vivirlo de nuevo.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Es imprescindible aprender todo lo posible de las experiencias que han resultado fallidas, para extraer el aprendizaje y saber qué y cómo hacer en la próxima.
- Antes de comenzar otra relación es muy conveniente dejar un espacio de tiempo para que se asiente todo lo que ha pasado. La precipitación en este asunto no es recomendable ni es siempre beneficiosa.
- Por muy desastrosa que haya sido la relación no conviene caer en el extremismo de un “nunca más volveré a enamorarme”: no todas las personas ni todas las relaciones son iguales. Lo que sí es conveniente es no consentir que se repitan las cosas desagradables de la anterior.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
http Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
-EL FINAL-
Este es el capítulo 196 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Quien haya terminado una relación que no ha sido satisfactoria por lo general acaba un poco desencantado y desconfiado del amor y de las relaciones. Se recomienda en estos casos que durante un tiempo es conveniente no lanzarse rápidamente a otra experiencia porque se corre el riesgo de repetir todo lo desacertado que se ha hecho en la anterior; es seguro que habrá cosas que no han sido agradables y correctas y conviene revisarlas para que se conviertan en exigencias en la próxima relación o para que sean absolutamente prohibidas desde el principio.
De todo lo desagradable que sucede en la vida se aprende algo, o bien una lección magistral que le abre los ojos a uno ya para siempre, o bien se aprende qué es lo que NO se quiere volver a repetir jamás.
Se requiere un tiempo de reflexión para deshacerse de las secuelas que haya dejado la anterior pareja y quedar descontaminado para la siguiente, para observar qué es lo que uno no hizo bien –no siempre el otro es el culpable de todo y quien todo lo hacía mal-, para revisar las nuevas aspiraciones ahora que se tiene un poco más de experiencia, para confirmar en qué se va a ser escrupulosamente irreductible en adelante, para ver qué es lo que SÍ y lo que NO se desea o se tolera. Para marcarse un nuevo Plan de Vida construido con más experiencia y con buenos y sensatos deseos.
Conviene diseccionar la relación anterior, tratar de recordar lo máximo posible pero con la máxima ecuanimidad y el mayor desapego posible. Conviene no permitir que un auto-rencor excesivo aporte su opinión tal vez exagerada y parcial, ni que un alma bonachona sugiera que es mejor no removerlo y olvidarlo, desdramatizarlo y perdonarlo sin analizarlo.
Se tapa, pero no se olvida. Se mantiene escondido, pero vivo.
Es una herida abierta que hay que sanar para que cierre bien.
Una mala experiencia sentimental siempre es una lección que resulta muy cara y que conviene no dejar pasar sin extraer el aprendizaje implícito, porque si no se hace así se repetirán los comportamientos inadecuados de la anterior y habrá que volver a pasar por otra experiencia igual, una y otra vez, hasta que se aprenda. Y no es una amenaza apocalíptica, sino algo que se ha podido comprobar reiteradamente.
Y aún cuando uno considere a primera vista que no es culpable en absoluto del fracaso de la anterior, tal vez pueda llegar a darse cuenta que parte de ese fracaso estuvo en las expectativas irreales, en no haber exigido más –al otro o a sí mismo-, en haber callado a veces o demasiadas veces, en no haber manifestado en el momento los sentimientos, en haberse rendido demasiado pronto o en haber soportado demasiado. Cada uno ha de verificar qué pasó exactamente y qué no pasó, qué hizo y qué no hizo, pero sin ánimo de auto-castigo, sin aflicción, sin culpabilizarse innecesariamente, sin llamarse tonto o torpe, sino desde el cariño a ese inexperto que uno siempre ha sido y cuidándose mucho.
No se está juzgando a la persona: se está revisando la relación entre dos personas y el fallo fue en ese conjunto. Tal vez él sea feliz con otra y ella pueda estar realmente feliz con otro.
Tampoco hay que caer en el absolutismo de presuponer que uno no está preparado para otra relación y negarse ya para siempre esa posibilidad. Se trata, simplemente, de conocer qué pasó para evitar que vuelva a suceder. Tan sencillo y tan útil como eso.
Interesa ir a la siguiente relación lo más inmaculado posible. Mejor sin prejuicios. Desde cero pero sabiendo lo que ya se sabe. La injusticia que se puede cometer de no hacerlo así es que uno llegue con miedo a la relación y aparente ser una persona miedosa que en realidad no es y el otro busque alguien que no tenga miedos, que uno sea excesivamente reservado y el otro busque alguien que sea tan extrovertido como uno es en realidad, o que uno no muestre lo cariñoso que es y al otro no le guste el personaje tan seco que uno está mostrando. Lo adecuado es seguir siendo uno mismo, por eso de que si uno miente en su forma de ser y manifestarse se está mintiendo a sí mismo, está mintiendo al otro, y está mintiendo a la relación. Es más cómodo y más sincero no representar el personaje ficticio que no es uno mismo.
Si uno se manifiesta como en los ejemplos anteriores y el otro quiere formalizar una relación con quien CREE haber conocido por cómo se muestra, el día que uno se muestre como realmente es, y ya no sea la persona asustadiza que al otro encandiló por su carácter, o sea más apasionada de lo que el otro desea, o más extrovertida de lo que el otro pueda soportar, la relación habrá quedado perjudicada por la mentira innecesaria de mostrarse del modo que uno no es.
Con precaución y atención, pero sin miedo. Esta puede ser la actitud correcta. Sin guardarse nada, sin callarse nada, sin fingir ni mentir. Que queden claras la sinceridad, la honestidad, y la firmeza. Que queden claros el amor y las ganas de vivirlo de nuevo.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Es imprescindible aprender todo lo posible de las experiencias que han resultado fallidas, para extraer el aprendizaje y saber qué y cómo hacer en la próxima.
- Antes de comenzar otra relación es muy conveniente dejar un espacio de tiempo para que se asiente todo lo que ha pasado. La precipitación en este asunto no es recomendable ni es siempre beneficiosa.
- Por muy desastrosa que haya sido la relación no conviene caer en el extremismo de un “nunca más volveré a enamorarme”: no todas las personas ni todas las relaciones son iguales. Lo que sí es conveniente es no consentir que se repitan las cosas desagradables de la anterior.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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francisco de Sales- Mensajes : 569
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